Cuando conversar salva
Familias y juventudes frente al consumo
de sustancias
En la actualidad, es fundamental mirar con atención la relación que existe entre las familias y sus miembros más jóvenes, especialmente frente a los desafíos que implica crecer en un entorno lleno de cambios, influencias y decisiones. La etapa de la juventud está llena de posibilidades, pero también de riesgos, y una de las principales preocupaciones para padres, madres y cuidadores es la posibilidad de que sus hijas e hijos se acerquen al consumo de sustancias.
Este tipo de experiencias puede tener efectos negativos en la salud física y emocional de quienes las viven. Además, al descubrir o sospechar que un joven ha experimentado con alguna droga, es común que surjan en la familia emociones intensas: miedo, frustración, enojo o confusión. A veces, estas emociones nos llevan a reaccionar con regaños, discusiones o intentos de control que, sin querer, pueden dañar la relación y dificultar la comunicación. Incluso, podemos caer en actitudes de sobreprotección que lejos de ayudar, provocan más distancia.
Sin embargo, cuidar no significa controlar. Cuidar es acompañar, escuchar, orientar y, sobre todo, abrir espacios donde las y los jóvenes puedan expresarse y reflexionar sobre sus decisiones.
Como personas adultas, nuestra responsabilidad es ofrecerles las mejores condiciones para que se desarrollen en ambientes saludables, libres de violencia, exclusión y consumo de sustancias.
Una herramienta muy valiosa en este proceso es el diálogo reflexivo. Hablar con las y los jóvenes desde la confianza, sin imponer ni juzgar, permite abrir la puerta a nuevas comprensiones. En estos diálogos, es importante reconocer que cada joven tiene la capacidad de tomar decisiones, cuestionar la cultura y su entorno y elegir cómo quiere vivir. A esto se le conoce como agencia personal, y es una parte esencial de su crecimiento.
La psicoterapia también puede ser de gran ayuda. No se trata de señalar culpables, sino de crear espacios seguros donde las personas puedan pensar, hablar y encontrar caminos para resolver lo que les preocupa. En estos espacios, quienes acuden descubren que ya cuentan con recursos personales —valores, habilidades, esperanzas — que pueden fortalecer para enfrentar dificultades como el consumo de drogas.
Las familias no están solas. Existen profesionales, instituciones y programas dedicados a brindar apoyo en estos procesos. Y lo más importante: nunca es tarde para generar un cambio.
Cada conversación, cada gesto de apoyo, cada momento de escucha puede hacer una gran diferencia. Enfrentar el consumo de sustancias desde el miedo o la culpa no funciona.
En cambio, hacerlo desde el acompañamiento, el respeto y la construcción de vínculos más sanos, sí puede abrir la posibilidad real de un cambio.